La muerte visita al dentista
Y la debe pasar mal. Porque, vamos, quién en su sano juicio quiere ir al dentista. Pero por el principio.
Recuerdo que Mantis hace un tiempo tuvo una pequeña saga sobre el tema, pero, si este recuerdo no es erróneo, me parece que lo suyo no era para tanto. Lo que quiero decir, en menos palabras, es que no me estoy copiando.
Hace unos diez años tuve un accidente limpiando una pileta de fibra de vidrio, que resultó en el arrancamiento de cuajo de mi incisivo superior derecho. Luego de la reinjerción (si esa palabra no existe debería) del mismo, mi vida siguió más o menos normal. Digo más o menos porque, por ejemplo, me vi privado del placer de comer manzanas como Dios manda, o sea, a los tarascones.
Pero este cuasiidilio en el que vivía con mi diente pronto se fue deteriorando, y la convivencia se tornó en imposible, por lo que tuvo que ser reemplazado.
El cambiazo sólo es posible mediante una sencilla cirugía, en la cual se saca la pieza "defectuosa" y se la reemplaza por una postiza pero permanente y de porcelana.
La cosa es que la "sencilla" cirujía se complicó por algunas razones que no interesan, y los resultados de estas dificultades fueron:
-A la mitad del procedimiento comenzó a desvanecerse el efecto de la antestesia, por lo que tuve algunas nuevas sensaciones, como sentir un taladro perforandome carne y hueso, o una aguja atravesando mis encías en repetidas ocasiones para coserme. Ante el dolor que esto me producía, mi única defensa era poner cara de instrumental quirúrjico olvidado dentro del paciente. No surtía efecto.
-Me tuvieron que abrir la parte superior de mi encía, para limar los huesos y así conseguir el material necesario para un injerto óseo. Todo esto más o menos adivinado y conjeturado después de realizada la operación. Y en alguna parte sin anestesia total (tampoco soy Rambo, si se me fuera la anestiesia del todo me retorcería y chillaría como una niña asustada).
-Ahora tengo toda la boca hinchada y cosida. Me parezco un poco a Tracy Morgan, sólo que menos morocho y más bonito.
-Me tuvieron que poner una inyección con una aguja re-grande.
-Me duele.
Igualmente, debo reconocer que el dentista hizo un buen trabajo, o por lo menos eso dice él. Sólo espero que se me baje la hinchazón para el verano, porque es muy poco cool.
Por otro lado, se murió Fontanarrosa, estén tristes.
Etiquetas: Generalidades
6 Comments:
La tinta, cuando sangra, nos revela las almas.
Hay austeridades repletas de sentido.
No se fue.
No se va.
Que hijo de puta!!!!!
Tiene pileta!
Yo creo que la boca tiene mucho quilombo y no ha desarrollado la ciencia médica como para meter mano con responsabilidad, aún.
Mientras tanto (y hasta que la respuesta llegue), todo debería reducirse a que nomás le arranquen los dientes a uno, previa anestesia total. Todos, sin dejar ninguno, aunque a futuro se deforme la trucha.
Y luego, meta pulenta y pulenta, que es rica y barata. Saludos.
Emilio Días: exacto.
Uno de los Ocho: ya no, ahora vivo en un monoambiente en donde no se puede respirar. ¿Contento?
Mantis: eso, sólo que sin la pulenta que me cansa un poco. Capaz que con sopita. Sopita e hígado licuado.
no hay chances, dentistas y oculistas, son hijos de Satanas enviados a la tierra para darnos un free tour de como será el infierno.
Nah, tampoco tanto.
Deivith: ¿cómo que no tanto? A mí me hizo pagarle con el alma.
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