Denserio

-Mamá, mamá, el Pablo no habla, ¿está puto?

lunes, enero 26, 2009

La vida secreta de las cosas

Todos alguna vez utilizamos la expresión "qué nabo", o "qué zapallo", o todos fuimos objeto de las mismas. O si no la mitad de nosotros las dijimos y la otra mitad las sufrió, eso suena estadísticamente probable. Pero lo interesante no es quién las usa, si no por qué se usan.
Hay dos opciones: la primera parece indicar que son giros idiomáticos totalmente caprichosos, que le otorgan a las verduras cualidades que ellas no pueden posiblemente poseer. Por ejemplo un perejil difícilmente es despistado, y un rábano carece tanto de importancia para nosotros como una tanjarina o la economía de Uzbekistán, pero nadie dice "me importa una tanjarina", o "me importa una economía de Uzbekistán". Esto nos lleva a la segunda y mucho más probable opción: los vegetales si poseen esas características, y el uso arbitrario que se les da (rábano en vez de tanjarina, zapallo en vez de cebolla) indica que no han sido descubiertas todas las susodichas. (Cada día estoy más parecido a Bustos Domeq, pero sin intención de mi parte).
Es de conocimiento común que la zanahoria, por ejemplo (y en el modo que utiliza la palabra Mafalda) es una hortaliza particularmente lenta, pero más rápida que el zapallo, que es por lejos el producto de la tierra con menos luces. Pero, ¿qué características posee un pimiento morrón? ¿Qué le estaríamos indicando a alguien con la frase "sos una endivia"? O peor, con la frase "sos una endivia de mierda". ¿Eh? ¿Eh?
Denserio se dedicó durante todo el verano a desentrañar las carácterísticas ocultas de los vegetales (quizá también alguna fruta) y las presenta en este sencillísimo acto:

Berenjena: indicarle a una persona que su personalidad recuerda a la berenjena debe ser considerado insulto gravísimo, ya que las berenjenas son particularmente forras. Incurren de manera corriente en diversos fraudes y estafas, sin que esto les suponga cargo de conciencia o algo por el estilo. La berenjena además disfruta sin tapujos la desgracia ajena, generalmente provocada por el fruto mismo. Las berenjenas tienden al parricidio.
Uso recomendado: Ese berenjena mató a su padre.

Remolacha: la remolacha, como casi cualquiera puede adivinar, es un vegetal de características sanguíneas, pero tendiente a la bipolaridad. Esto se debe a un pequeño trastorno de personalidad. Una remolacha nunca sabrá en qué radica su remolacheidad, si en la planta per se, o en sus partes comestibles: las hojas o la raíz, lo que la lleva a etapas de euforia en la que se cree un dios (la Santísima Trinidad, más precisamente), y otras en las que se tortura por no pertenecer a ningún grupo en particular (científicamente, los grupos de las plantitas, de las hojitas o de las raicitas), lo que se conoce como "síndrome Kafka". Por todo esto, ser un "remolacha" indica la existencia de ciertas tendencias suicidas, sobretodo durante los períodos eufóricos de la remolacha, la necesidad de psicofármacos y contención por parte de toda la familia. Los remolacha son también dulzones y medio asquerositos cuando están hervidos.
Uso recomendado: Si ese remolacha tiene otro intento fallido de suicidio te juro que lo ultimo yo.

Pimiento: a primera vista uno está tentado a suponer que los pimientos son verduras llenas de vida y alegría, por las variedades más picantes en las que el género pimientil incurre. Nada más alejado de la realidad. El pimiento es un vegetal tranquilo, amante de las actividades más relajantes y sencillas. Es fanático de músicos de mierda como Enya o Kenny G, y su película favorita es Cómo perder a un hombre en 10 días. Profesa la apertura mental en temas de género y raciales, ya que el pimiento mismo viene en casi infinitas presentaciones, y nunca discrimina a ninguna (aunque vale aclarar que no hay una variedad conocida como "pimiento negro" ni "pimiento judío").
Uso recomendado: No sé si ese es pimiento o puto.

Cebolla: este tubérculo se plega a lo que todo el mundo espera. Tiene un personalidad cruel y sarcástica, y una falta de empatía que recuerda a ciertas patologías más bien jodiditas. Su mayor afición es hacer sentir mal a quienes lo rodean, mucho mejor si hay lágrimas. La cebolla no dudará en hacer chistes sobre el cáncer en frente a un paciente de quimioterapia, sobre SIDA a un paciente con HIV, sobre piedras en los riñones a uno con piedras en los riñones y así. Fuera de las enfermedades no es muy ocurrente, por lo que no es raro que incurra en la violencia física, generalmente en pandillas.
Uso recomendado: Me gusta más la cebolla cuando no me está cagando a piñas en un callejón.

Alcachofa o alcaucil: esta es una verdura sin dignidad. Hace lo que sea por evitar el daño propio, ya sea físico, mental o económico. No duda en traicionar hasta a su propia madre alcachofa con tal de conseguir lo que quiere, ni en entregar a sus hhijos alcachofas a la Gestapo alcachofa si se lo piden con cierta vehemencia. Sus defensores argumentan que debajo de las muchísimas capas de maldad y cobardía la alcachofa tiene un corazón grande y tierno, que va de maravillas con un poco de aceite de oliva, vinagre y sal, pero es mentira (excepto la última parte). La blandura del corazón se corresponde con la blandura del carácter, lo endeble de sus ideas y lo fácil de comer con aceite de oliva, vinagre y sal de su código moral.
Uso recomendado: El muy alcachofa era informante de la policía.

Bueno, quizá la siga en otro momento porque en Wikipedia hay una lista de montones de verduras.

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viernes, enero 23, 2009

¡Queremos justicia!

Se anunciaron las candidaturas a los Oscars de este año (o del año pasado, no estoy muy seguro de cómo se maneja esta gente), y no pude dejar de notar que Anne Hathaway está nominada.
Si gana perdono a la Academia por el fiasco de Gladiador, y del Señor de los anillos, y de Titanic, y de casi todas sus decisiones en los últimos 30 años.
Aparte, ¿a quién se lo van a dar? ¿Meryl Streep? No jodan.

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jueves, enero 01, 2009

¡Non fiction! Funerales

Y viejo,
y cansado,
a orillas del mar
bebióse sorbo a sorbo
su pasado.

La ciudad está muerta bajo mis pies, y lo único que se mueve en esta necrópolis son mis recuerdos. A tavés de la oscuridad brillan inalcanzables y desesperantes, y paso a paso vuelven con más fuerza, a veces ininteligibles, otras nítidos como el sol.
Mendoza sin vida es otra Mendoza, la noche es el espejo de los momentos que no van a volver, y que ahora flotan en el ambiente como sueños o pesadillas. Camino para olvidar, para engañar el dolor imposible que me sigue a todos lados. Camino para encontrarla, aunque no sé aún quién es, ni dónde está. Camino porque sólo puedo caminar, hasta desfallecer, hasta que los músculos dejen de responder, hasta que yo, como la ciudad que sigue fluyendo bajo mis pies, esté también muerto.
Plaza España brilla. El pasto está frío y húmedo, los faroles y bancos indiferentes olvidaron todas las tardes, todas las noches, todos los pequeños segmentos de mi vida que ahí sucedieron. Ni la alegría ni la tristeza persisten en la realidad, aunque por momentos parezca que es lo único que realmente existe.
Sigo. Necesito enterrar los recuerdos. No son fantasmas porque viven conmigo, como parte de mi vida, toman parte de mi vida. Esta noche tengo 100 años, y hasta la luna está cansada de mí. No tengo rumbo, en mi vagabundeo errático no hay nada concreto que me espere. Sólo me queda algún fragmendo perdido de un poema y casi toda la tristeza del mundo.

Caminante no hay camino
sino estelas en la mar...

El caos al que me abandono me lleva a lugares más oscuros, y bajo los faroles crueles de la peatonal las vuelvo a ver. Una primera desilución, una última, y después otra vez a enterrar lo que queda en algún mausoleo imaginario. Sepultura para que dejen de vagar por las noches, aullando la desgracia de no ser.
No puedo reprimir el asco frente a tanta muerte. La oscuridad se me pega como sangre, las calles están ahora inundadas de lágrimas rojas, y las nubes presagian tormenta. Ya no camino, sigo la ciudad que ahora es un río, y no es la misma. Estoy nuevamente en calles en las que nunca estuve, busco a personas que no conozco, y recuerdo mentiras elaboradas para tener algo que odiar, aún cuando no hay nada que odiar fuera de mi cabeza.
Me tiemblan las piernas, ya no puedo más. Ahora el pasado es multitud y no hay escape posible. Necesito una mano que ahora sostiene otro, y me duele. Camino para encontrarla, y me duele. Todo se desvanece, y me duele.
Me duele que siempre que se acabe un amor hayan tantos funerales.

Y, figura erguida, entre cielo y playa,
Sentirme el olvido perenne del mar.

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