¡Non Fiction! Femme Fatale

Se aparece Wolfe, y me recrimina, y me grita, en su forma de especrto del talento, que así no se escribe nuevo periodismo. Tengo que creerle, amén de todo lo que pasó.
Le retruco desafiante, ¿y cómo se escribe entonces? Vos le mandás Bruuuumes Bruuuumes a tus artículos, ¿me podés corregir?
Veo que me confundí de fantasma del talento, porque este me retruca con que yo no inventé ningún género, y tiene razón. Dice que hay que buscar el conflícto, el leif motiv del asunto, y me manda a pensar...

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Caigo con Toti a donde siempre caimos, donde caeremos, donde vivimos con esperanzas hermosas o malformaciones futuras irrefrenables. Caigo y caímos, y caemos, y otras conjugaciones que nos llevan al mismo lugar, una mesa mal iluminada en un bar que prefiere la oscuridad.
Que vengan en orden, la primera no puede ocupar otro lugar, es un designio divino, una muestra de la trama que no podemos ver entera, es Borges con chapita, y gas, y publicidades malas. Es todo.
Pero miento. No es la femme fatale. Eso falta en esta noche alejada de la civilización, una femme fatale que me mueva a crer en algo otra vez. La busco: hay dos mesas vacías y una llena de tipos que mezclan Stella Artois con Fanta y que gritan conquistas amorosas. No hay nada más...

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¿Ves? Me dice el fantasma-Wolfe. Estás errando el rumbo. Acá no hay historia. Si querés demostrar lo mucho que te duele el mundo, por lo menos buscá una historia que te avale. Estás patinando en la nada, y mentís todo lo que querés mentir.

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Ahora empiezo a extrañar a la femme fatale. En mi cabeza tiene nombre y apellido, inclusive tiene forma, y formas, y personalidad, y ojos, tiene ojos que te revientan, que te sacan del antro de turno, (casi te elevan, pero shhhhhhh) te lastiman y te redimen. Son ojos como de piedras preciosas, como lapislázuli, o esmeralda. Son zafiros. Son zafiros-furia.
Zafiros-furia y azabache (azabache es el pelo, no los ojos), y el antro se vuelve insoportable, y el conocimiento de planos superiores lacera todo lo que es lacerable. Me matan os colores, el rojo, el azul, los grises que matizan la agonía. Soy sólo, o soy con Toti, contra todo lo que hay más allá de la cerveza. Y la FF no está, no existe más allá de mi imaginación.

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Ahora te estás acercando, pibe, mirá como buscás el conflicto central. El fantasma-Wolfe espeta conocimientos mentirosos como si fuera un Ohm gaucho. Y me mira, con traje blanco y ojos azules, y se hace el poseedor de todo el nuevo periodismo. Se nota que todavía me tiene pena, que "esto no es nuevo periodismo", que acá no hay historia.

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Muero contra la FF, y la noche muere contra mí. Se me cierran los ojos y me presentan remolinos azulados, olas furiosas que crean espuma dorada al romper las rocas. Perfiles romanos imposibles, salidos de un poema ahogado, y la nada. Me duermo en la nada.
Y la femme fatale sigue ahí, y no creo que lea nunca todo lo que le escribo, y no creo que se de cuenta de la triste realidad. No creo que sepa que no hay historia.